sábado, 14 de junio de 2014

Me gustan los zapatos rotos.

Me gustan los zapatos rotos.
 Unas "zapatillas"
como las llamaba Dani Martín
desgastadas,
con los bordes despegados
y que ya no tienes que atar.
 Me encantan.
Es sencillo.
Si están rotas es por algo.
Porque anduviste,
recorriste ciudades, pueblos, calles, barrios...
Caminar no supone para ti más que dar pasos
pero ¿Sabes qué?
que esos pasos tu vida forman,
a tu cuerpo le dan forma.
Hacen que conozcas sitios nuevos.
En un mundo como este
como presta relacionarse con el extranjero.
Con mis botas negras recorrí París dos veces,
con unas "zapatillas" fui a Chamartín.
El resto de Madrid sobre unas puma azules de charol,
Londres entre las deportivas de Decathlon y las botas de chapas,
la señora del aeropuerto descalzarse me recordaba.
Me gustan los zapatos rotos
porque pueden contar mil historias
porque los momentos que vives con ellos
son únicos e irrepetibles.
Camino,
camino con unos zapatos rotos.
Podrían ser nuevos
pero quiero mis zapatos rotos.

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