Gritaban las paredes
que éramos muchos. Lo decían bien alto...Muchos pero esta vez
insuficientes.
Unos rezaban a Dios
todo lo que sabían y otros intentaban no dejar de creer pero el
sueño se hundió, más pronto que tarde y lo que podía ser la épica
griega se quedó en una batalla descafeinada en un circo romano.
Cafeína le sobra al
mundo y nos falta en las venas.
Les sobra a los del
odio, a los que organizan las guerras, a los sin escrúpulos, a los
torturadores, a los que no piensan en el prójimo….Y falta en todos
aquellos que no se dan cuenta de que nos están matando.
A nosotras, las
madres de la Tierra, las hijas de la patria, las guapas, las feas,
las altas, las bajas, las putas: nosotras. Nos están matando y el
discurso es simple: “Qué pena”
Nos apuñalan, nos
violan, nos vejan, nos someten… El mundo se está pudriendo.
Repetimos un mensaje que se oye de fondo y no se nos escucha como a
Irene Montero en el Congreso; se nos insulta por opinar como a
Barbijaputa en twitter...Pero nadie hace nada. Pertenecemos a esa
facción de los nadies. Aquellos de los que hablaba Galeano “Los
nadies que valen menos que la bala que los mata” Basta de ser
nadies: seamos todo.
Todo por lo que
luchar cada día: los oprimidos dejarán de serlo. Porque no nos
gustan las mentiras, la hipocresía, los machistas, los
opresores...levantemos la voz.
Por ser nuestra
propia bandera, representarnos a nosotras mismas en cada lugar del
mundo. Porque no atenten contra nuestra vida.
No pedimos
privilegios si no que los pierdan aquellos que siempre los han
tenido. No pedimos perdón ni permiso, hemos venido para quedarnos y
para gritarles a las paredes que cada día seremos más.