viernes, 21 de agosto de 2015

Adiós. Historia.

De repente me desperté. Di media vuelta y ahí estabas tú. Veintisiete años después y continúas pensando que dormir encima del corazón es malo y por eso tus sueños siguen de cara a la pared... Al igual que todas esas noches iba a estirar mi brazo y pasarlo por encima de tu costado para acercarme más a ti y dormir juntos, pero no pude. ¿No pude o no quise? Ese dilema seguirá rondando mi cabeza todo lo que me quede en este triste y angustioso mundo. Un lugar en que las dudas se disipan con más dudas y al final la mente se convierte en una vorágine de respuestas a preguntas con preguntas que no serán jamás respondidas. Piénsalo. Es difícil darte cuenta de cuándo ha dejado de tener sentido todo. En muchas ocasiones seguimos alargando plazos de un coche que deberíamos haber llevado al desguace pero nos hacía ilusión mantenerlo ahí; a nuestro lado.
¡Qué imbéciles somos! Nos han educado para pensar que debemos amar y estar enamorados siempre y siempre de la misma persona, pero yo hacía tiempo que no te necesitaba en mi vida y tú hace años que lo sabes.
¿Crees que no me enteré de las veces que te fuiste con otras? Claro que lo hice. Por supuesto que aquellas jovencitas sucumbían a tus encantos porque eres como el vendedor de humo. Yo te lo he comprado tantas veces...Cada vez que tu ropa olía a colonia, que veía que tenías una caja de preservativos, cuando notaba que poco a poco quedaban menos, hasta que llegó una nueva caja, y tras esta: otra.
Hoy te has ido pero has sido cruel. Hay cosas en la vida que hay que omitir. No es el hecho de ser galán ¡para nada! Pero no puedes decirle a alguien con quién has compartido parte de tu vida "no te quiero" justo antes de abrir la puerta y desaparecer para siempre.
¡Claro que yo tampoco te quiero! Me pareces arrogante, soberbio, un encantador de serpientes...pero esa brujería me ha tenido mucho tiempo atada a ti y hay cosas en la vida que sobran.
Mi padre me enseñó a amar. A amar como amáis los hombres. A amar hasta límites insospechados para que después se evapore lentamente y quede la nada. Tras enseñármelo pronunció unas palabras que hoy cobran sentido: "pero esto sólo lo podemos hacer nosotros".
Mi madre me enseñó a amar. A amar como hacemos las mujeres. Con delicadeza, con dulzura...Pequeños detalles para lograr que quien no te ama y no lo hará nunca te haga volar.
Nunca hemos tenido hijos ¡caprichoso sino! pero no me gustaría tener que educarlos en una moralidad tan inmoral que obliga a unas a rendir pleitesía y a otros a ningunear a quienes los aman.
Debo dejar de escribir. La botella de Oporto se está acabando, el disco de Ramazzotti está dejando de sonar y la vela, mi única compañera en esta noche de otoño, está desvaneciéndose.
Espero de todo corazón que nunca aprendas a amar porque si lo haces puede que acabes odiando a Ramazzotti, ahogando las penas en vasos de vino porque las copas han sido estrelladas contra la pared y te repugnará el olor de una vela que te dejará en la penumbra, hasta la próxima madrugada.